Historia y conservación
del manzano
El manzano es una especie arraigada en los territorios de la Eurorregión Euskadi-Nueva Aquitania-Navarra, formando parte del paisaje, la forma de vivir y alimentarse, y el imaginario cultural de la población desde tiempos inmemoriales. Tiene una gran capacidad de adaptación a diferentes condiciones, algo que ha dado lugar a que a lo largo de los siglos hayan surgido una gran cantidad de variedades locales, muchas de las cuales se han perdido o tienen un alto riesgo de desaparición.
Su conservación, seriamente comprometida, es clave para afrontar los retos futuros de un clima cambiante y para promover modelos agrícolas más sostenibles y perdurables, teniendo en cuenta además la riqueza y amplia gama a nivel organoléptico de estas variedades, e identificándose el cultivo como una opción de diversificación de interés.
En la actualidad, las variedades locales cultivadas están vinculadas mayoritariamente al mundo de la sidra, que ha experimentado una importante recuperación en los últimos años, aunque, dada la riqueza organoléptica de estas variedades, se trabaja para recuperar su uso para manzana de mesa o para otras elaboraciones.
A nivel de conservación, la gran mayoría de las variedades identificadas y caracterizadas genéticamente por la UPNA e INTIA en Navarra, NEIKER en la Comunidad Autónoma Vasca, junto con las Diputaciones del territorio, y el CVRA en Nueva Aquitania, se han ido hallando en diferentes parajes tras amplios trabajos de prospección desde los años 80, y hoy se conservan en bancos de germoplasma y en las fincas de la UPNA en Pamplona/Iruñea, del CVRA en Montesquieu, de INTIA en Doneztebe/Santesteban (Juansenea), de la Diputación Foral de Gipuzkoa en Villabona (Otalarrea), y de la Diputación Foral de Bizkaia en Zalla.